CURIOSOS DETALLES DE UN DESPOJO Publicado en: “Conciencia Política”,
revista del Centro de Estudiantes de Ciencias Políticas de la Universidad Católica Argentina (Nº 21 – 2004)
La mayoría de los argentinos sabe, más o menos vagamente, que Inglaterra nos arrebató las Islas Malvinas hace más de un siglo y medio. Ignora en cambio las circunstancias de ese apoderamiento, cuyas consecuencias aún padecemos. Y seguiremos padeciendo hasta que sea posible revertir el actual estado de cosas, poniendo en el empeño la decisión necesaria para coronarlo con éxito.
A fin de fomentar esa decisión, como así también de ilustrar al lector respecto a los desafortunados sucesos acaecidos en Puerto Soledad, capital de las islas, al finalizar el año 1832 y comenzar el siguiente, paso a relatarlos en apretada síntesis.
Luis Vernet, cuyo verdadero nombre de pila era Elías, había nacido en Hamburgo ya que sus padres, hugonotes huidos de Francia, allí residían al momento del alumbramiento. Arribado al Río de la Plata se asoció con un acreedor del gobierno de la provincia de Buenos Aires, a fin de intentar el cobro del respectivo crédito. Luego de muchas gestiones obtuvieron finalmente, como pago de tal deuda, la concesión de una colonia en las Islas Malvinas. Hombre animoso, Vernet se trasladó al archipiélago con los suyos, siendo designado gobernador del mismo.
Entre los recursos con que contaba la colonia estaba el cobro de permisos a los pesqueros que operaban en las costas y aguas adyacentes, pródigas en ballenas, focas y lobos marinos. Y fue la detención de buques norteamericanos infractores lo que determinó que, en son de represalia, apareciera ante Puerto Soledad un navío de esa bandera, el Lexington , comandado por el capitán Silas Duncan, que arrasó a cañonazos la población sin miramiento alguno. Cuando el gobierno argentino reclamó por el atropello, los Estados Unidos ignoraron la protesta, aduciendo evasivamente que las Malvinas eran inglesas.
Antes del ataque, por motivos vinculados con la detención de los pesqueros norteamericanos, Vernet había viajado a Buenos Aires y, como su gestión se prolongaba, Rosas – que mandaba por entonces en la Provincia y manejaba las relaciones exteriores de la Confederación- (1) consideró oportuno nombrar un gobernador para que lo sustituyera interinamente.
Recayó el nombramiento en el Capitán de Artillería con grado de Sargento Mayor don Esteban José Francisco J. Mestivier, natural de Blois, Francia, llegado al país en 1827, donde se casó con la bella porteña Gertrudis Sánchez, de la cual tenía un hijo pequeño cuando, acompañado por los suyos, embarcó hacia el sur para hacerse cargo del puesto.
Se encargó del traslado el Coronel de Marina don José María Pinedo, comandante de la goleta Sarandí . En la cual, además de Mestivier y su familia, condujo una reducida tropa que quedaría estacionada en las islas, al mando del Ayudante José Antonio Gomila.
Copio algunos de los puntos contenidos en las precisas instrucciones impartidas por Rosas a Mestivier:
Tomará las medidas conducentes y pondrá todo esmero en que los habitantes se dediquen a la siembra de maíz, papas, porotos y otros vegetales (y plantío de árboles) que se dan en aquel clima… En el caso impensado de ser atacado el punto que manda, hará la resistencia que se espera de su honor y conocimientos para dejar bien puesto el honor de la República… Se encarga con especial recomendación al comandante todo el esfuerzo posible para que se mantenga la moral y decentes costumbres, tanto en la tropa como entre los demás pobladores, cuidando de promover la Religión Católica del Estado por medio de prácticas piadosas, como hacer rezar el Rosario de la Santísima Virgen en todas las noches, y en los domingos y días de fiesta destinar dos horas para la enseñanza de la doctrina cristiana por el Catecismo del Padre Astete que se usa en las escuelas de esta Provincia, instruyendo de ese modo al pueblo en los dogmas y preceptos de nuestra Religión.
También son precisas las instrucciones dadas a Pinedo, que llevan la firma de Balcarce:
En caso de ser atacada la isla facilitará al comandante los auxilios que necesite, poniéndose de acuerdo previamente con él… Correrá la costa NE-SE desde la Isla Soledad hasta la Isla Nueva es decir ciento cincuenta millas observando en toda ella los buques extranjeros que se hallaren a la pesca a los que hará las intimaciones que le prevenga el comandante de la Isla según las instrucciones que tiene… guardará la mayor circunspección con los buques de guerra extranjeros, no los insultará jamás; mas en el caso de ser atropellado violentamente y que se le hiciere fuego llenará en toda su extensión el Código Naval que previene que todo comandante de bajel de guerra suelto deberá defenderse de cualquier superioridad de que fuere atacado con el mayor valor, nunca se rendirá a fuerzas superiores sin cubrirse de gloria en su gallarda resistencia… no podrá retirarse de las islas Malvinas mientras no le fuera orden competente para efectuarlo…
El 6 de octubre de 1932 llegó Pinedo a Puerto Soledad, donde desembarcó al gobernador interino y su familia, a la tropa y a algunos dependientes de Vernet que venían a bordo. Prestó auxilio a la goleta inglesa Rapid, que se hallaba averiada en la rada. Puso en posesión del cargo a Mestivier, afianzando con salva el pabellón nacional. Y zarpó para cumplir la misión de patrullaje que se le había encomendado.
Cumplió la misma en exceso pues, una vez recorrida la costa del archipiélago, llegó hasta el Estrecho de Magallanes, donde asistió a un bergantín de la Unión y capturó una goleta del mismo país, prohibiéndole seguir cazando lobos marinos. De regreso, el 29 de diciembre la Sarandí fondeaba frente a Puerto Soledad.
A poco de anclar llegó hasta ella un bote que conducía al Ayudante Gomila, armado de pistola y sable , y a otros dos individuos de la isla. Los cuales comunicaron a Pinedo terribles noticias.
¿Qué había ocurrido en ausencia de Pinedo? Nada más ni nada menos que un motín, protagonizado por varios integrantes de la tropa, durante el cual había sido muerto el Capitán Mestivier y violada su mujer, siendo autor del asesinato un soldado negro llamado Manuel Sáenz Valiente (2).
Aunque el Capitán Guerin, comandante de la goleta francesa Jean Jacques , arribada poco después de los sucesos, intervino en favor de la viuda de su connacional, desarmando y engrillando a los amotinados con ayuda del resto de la guarnición, un ambiente tenso seguía reinando en la población. En cuanto a los amotinados presos, se hallaban recluidos en la Rapid , que permanecía en puerto.
Pinedo bajó a tierra y encontró todo en desorden y abandono y la tropa igualmente, habiendo entre ellos algunos cómplices del motín. De modo que, para establecer la realidad y alcance de los hechos acaecidos, dispuso la confección de un sumario, encomendando la tarea a Gomila y nombrando para secundarlo al Subteniente Luciano Listas.
Lo que ignoraba el marino es que promotor del motín habría sido… el propio Gomila. Ante quien se negaron a declarar, por tal motivo, los primeros testigos citados.
Parece en efecto que el Ayudante, partícipe destacado de la rebelión, se quedó con el reloj y con la mujer del muerto, instalándose en la habitación de éste, donde la tenía presa.
Enterado Pinedo de ello, arrestó en su buque a Gomila y recogió el armamento de la guarnición, con lo cual se fue restableciendo el orden en el lugar.
Poco habría de durar el sosiego en Puerto Soledad. Pues, al día siguiente de arrestado Gomila y de despachados en la Rapid los presos en ella detenidos, con destino a Buenos Aires, inopinadamente apareció en la bahía un buque británico.
Se trataba de la corbeta Clío (barca de guerra se la llama a veces), comandada por el Capitán John James Onslow, quien venía a tomar posesión de las Islas Malvinas, pues antes de 24 horas tenía órdenes de poner el Pabellón Inglés según declararía Pinedo más tarde. Cabe imaginar la sorpresa de éste que, con buena lógica y bastante ingenuidad, preguntó a su colega si se había declarado la guerra entre la Argentina y Gran Bretaña, recibiendo por respuesta que no era así y que muy al contrario la amistad y comercio seguía lo mismo. Agregando la respuesta que, no obstante ello, al día siguiente, 2 de enero de 1833, a las 9 de la mañana, Onslow tomaría posesión de las Malvinas, pues eran de S.M.B.
Ante esta situación, convocó Pinedo a reunión de oficiales y, dispuesto a resistir, ordenó cargar sus cañones a bala y metralla. Pero la resistencia no llegó a concretarse, debido a una malhadada circunstancia.
¿Cuál fue esa circunstancia? Sencillamente, que casi todos los oficiales y la mayoría de los marineros de la Sarandí … eran ingleses. Cosa bastante frecuente en las repúblicas sudamericanas recientemente emancipadas, ya que en ellas no era difícil conseguir jinetes o infantes para nutrir sus escuadrones y regimientos pero, en cambio, costaba obtener gente de mar para tripular sus barcos, viéndose obligadas a contratar extranjeros.
Ningún reparo ponía Inglaterra para que sus súbditos prestaran servicios en escuadras de otras naciones. Pero lo que no admitía es que combatieran contra naves de la corona. Y, si llegaban a hacerlo y eran capturados, se los ahorcaba sin más trámite. Lo cual explica por qué Pinedo no llegó a batirse contra la Clío , tal como debió haber hecho en cumplimiento de las órdenes recibidas.
Más tarde declararía al respecto John Clark, cirujano de la Sarandí: … habiendo llamado la gente a los cañones ninguno de los marineros extranjeros acudió, oyéndose allí una voz de que si peleaban con los ingleses y eran vencidos los colgarían a todos.
Tan difícil era la situación que Pinedo no atinó a resolverla, supuesto tuviera solución. Protestó verbalmente ante el Capitán Onslow, recibió el pabellón nacional que éste hizo arriar en tierra, embarcó la tropa y zarpó rumbo a Buenos Aires, a fin de informar sobre los sucesos ocurridos y posibilitar el envío de fuerzas suficientes para recuperar el archipiélago.
En cuanto a Onslow, cumplida su misión, también se alejó de las Malvinas, dejando en ellas a Guillermo Dikinson, dependiente de Vernet con pulpería en las islas, a fin de que representara allí a Su Majestad Británica (¡!).
Tal como es de imaginar, se sustanciaron varios juicios a raíz de estos sucesos gravísimos. Seis de los protagonistas del motín fueron fusilados en la Plaza de Mayo. A Gomila se le aplicó pena de destierro por cobardía , o sea que no se probó su participación directa en el mismo. Respecto a Pinedo, la sentencia dictada por el Consejo de Guerra que se le formó no deja de ser curiosa y permite suponer que quienes lo juzgaron advirtieron las difíciles circunstancias en que le tocó actuar.
La condena, en efecto, consistió en cuatro meses de suspensión en su empleo y su absoluta separación de la Marina … para prestar servicios en el Ejército.
¿Cuál fue la razón que sustentaba el fallo y qué se pretendió a través de lo resuelto? Aparentemente se sancionó a un comandante que, como autoridad suprema de ese pequeño universo que es un buque, no estuvo a la altura de su cometido. Pero, al mismo tiempo, seguramente en atención a sus antecedentes y a la dificultad de los problemas que debió encarar, se confió en que, contando con superiores por encima suyo –como ocurriría desempeñándose en tierra- podría conducirse acertadamente.
De todos modos, la extraña sanción no tuvo vigencia indefinida. Pues, enfrentada la Confederación con Inglaterra y Francia en 1845, el Almirante Brown se vio escaso de oficiales para su escuadra. Motivo por el cual convocó a Pinedo que, así, terminaría su carrera como marino.
(1) Ya desarrollé el tema de este artículo en una colaboración titulada “Crónica de un Infortunio”, publicada en el Nº 53 de la Revista de la Escuela de Guerra Naval. Los datos contenidos en aquel trabajo fueron obtenidos de las obras siguientes: Malvinas, su extraño destino , por Enrique Pinedo, Corregidor, Buenos Aires 1994; Crónica documental de las Malvinas, por un equipo bajo la dirección de Hugo Gambini, Redacción, Buenos Aires, 1982; y Malvinas, su historia en historias, por Arnoldo Canclini, Planeta, Buenos Aires, 2000.
(2)Tres meses más tarde –diciembre de 1832- concluiría Rosas su primer gobierno y sería sucedido por Juan Ramón Balcarce.
(3) Seguramente un ex esclavo o descendiente de esclavos de esa familia.